Isidro Ferrer y el poder de la imaginación

Isidro Ferrer nació en Madrid en 1963, hijo de padre militar, vivió en varias ciudades hasta que finalmente se estableció en Zaragoza. A temprana edad se le dió por ser atleta y corrió el Campeonato del Mundo de Cross y fue subcampeón de España de 1.500. Nada mal.

Sin embargo, al momento de encarar sus estudios se inclinó por su otra pasión: las artes escénicas, pues tenía cierta vocación por el teatro.

A la edad de 25 años sufre un accidente que lo deja durante varios meses en cama. Durante este tiempo encuentra en el dibujo un medio de canalizar su angustia. Es así que se dedica casi compulsivamente a la ilustración.

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Según sus propias palabras, “Quedé atrapado por la magia del dibujo y decidí cambiar mi trayectoria vital y dedicarme a la ilustración”. Sin embargo un tiempo después, tras ver un programa de televisión donde aparecía el famoso artista ilustrador y escultor Peret, Isidro, queda totalmente impactado por la obra de este, y es en ese instante donde encuentra su verdadera vocación y desde aquel momento decidió que se dedicaría a las artes plásticas.

En el año 89 comienza su formación en el estudio de Peret en Barcelona, con quien entabla una gran amistad y que influirá de manera determinante en su estilo.

A los 31 se establece en Huesca con su mujer, Elena Goded, para entablar una relación más real con su profesión. Es a partir de este momento donde explota como artista hasta convertirse en uno de los más innovadores y originales no solo de España sino del mundo.

Isidro Ferrer, un diseñador distinto a todos

A lo largo de su carrera, Isidro se ha dedicado a diseñar carteles, imágenes corporativas, etiquetas, portadas para libros y revistas, ilustraciones para publicaciones infantiles y adultas, diseño de objetos y pequeñas esculturas. 

En sus trabajos convergen una multiplicidad de estilo artísticos, desde el cubismo y el dadaísmo hasta influencias de picasso con toques de surrealismo y art brut. Según la opinión de los críticos, Isidro es un ‘poeta de las imágenes’, ya que de objetos e imágenes cotidianas logra crear nuevos diseños que invitan a jugar con la imaginación.

Su estratégia parte de dos premisas. La primera es buscar analogías formales. Se trata de trasladar las formas y las figuras fuera de su contexto para buscarle un parecido a otro objeto. Luego, desde el territorio de lo simbólico y lo significativo, se lo asocia a otro contexto para darle un nuevo significado.

El trabajo de Isidro se basa en metáforas. Sus obras poseen una gran capacidad comunicativa e invitan a liberar la imaginación. Esta capacidad de ver a cualquier objeto más allá de lo que és y su función para re significarlo, no es otra cosa que un juego propio de los niños y desde este punto parte la premisa de su trabajo.

Este juego de desubicación y traslación de significados es lo que aplica a cada una de sus obras, ya sean trabajos impresos, manuales, ilustrativos o audiovisuales y lo que busca es que el público interactúe con la obra desde lo sensorial y lo emocional.

Una declaración de intenciones poéticas

Esa es una de las frases características que rodean a la obra de Isidro Ferrer. Una pinza de tender la ropa es una pareja de enamorados, una cafetera italiana es un elefante, del mango de madera de un martillo nacen espinas de un rosal, un juego de llaves y un clip pueden ser un rostro perfecto. Este lenguaje de doble articulación es Isidro Ferrer.

Este trabajo constante sobre la metáfora es lo que ha llevado a a periodistas, críticos y al propio Isidro Ferrer a referirse una y otra vez a la poesía como andamio de su producción. Pero tal vez lo más significativo es que a diferencia de cualquier estilo o movimiento cultural que muchas veces solo es apreciado por quienes lo conocen, la obra de Isidro es popular porque utiliza objetos cotidianos y está pensada para todo tipo de público.

Actualmente sus obras pueden verse tanto en España como en otras partes del globo y es considerado uno de los mejores cartelistas del mundo. La calidad de sus trabajos le hicieron merecedor en el año 2002 del Premio Nacional de Diseño, máximo galardón dentro de esta profesión en España y en 2006 del Premio Nacional de Ilustración. También ha sido premiado por la Asociación Española de Profesionales de Diseño.

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